Magaly Moro
Rosa (25 años, Surco). Doctora Magaly, recurro a usted en busca de un sabio consejo. Mi pareja, Víctor, y yo tenemos más de dos años de relación.
Él era muy comprensivo, atento y cariñoso conmigo. Había mucha armonía entre nosotros. Cuando cumplimos un año de enamorados, decidimos vivir juntos con el fin de conocernos un poco más.
Me mudé a su departamento porque había espacio suficiente para que convivieran dos personas.
Poco a poco, nos fuimos adaptando a vivir juntos, hasta que nos entendimos a la perfección.
Sin embargo, cuando estábamos por el séptimo mes de convivencia, Víctor adoptó a un perro que encontró en la calle y lo llevó a vivir al departamento.
A mí me encantan los animales, así que cuando vi al can me pareció excelente que se quedara con nosotros. No imaginaba lo que vendría después.
Mi enamorado llevó al perrito a una clínica veterinaria y el doctor le dijo que tenía menos de un año de nacido.
A raíz de esta revelación, Víctor puso toda su atención en el animal.
El problema llegó cuando decidió que durmiera en nuestra cama, alegando que aún era un cachorro y necesitaba sentirse querido. Le dije que no podía hacer eso, que lo iba a malacostumbrar; pero no me hizo caso. Nuestras discusiones se volvieron muy frecuentes debido a ello y desde hace dos meses ya no duerme conmigo. Se compró otra cama y allí descansa con el perro. No sé qué hacer, doctora. Esta situación me parece ridícula. ¿Cómo puedo solucionar este problema? Espero su consejo.
Ojo, consejo
Estimada Rosa, como tú lo dices, la situación es absurda. Necesitas entablar una correcta comunicación con tu pareja. La comprensión es básica.

:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/QXRGSPCUZFAK5JMHGFTIAW7CSY.jpg)


