Inaugurado un 9 de diciembre de 1924, el emblemático Gran Hotel Bolívar, ubicado en el corazón del centro histórico, está a puertas de celebrar su centenario maravillando a importantes personalidades, entre ellos aristócratas, escritores, diplomáticos, cantantes y actores de talla mundial. Su belleza arquitectónica y la elegancia de su mobiliario, que se mantienen intactos hasta la actualidad, lo han convertido en uno de los lugares más emblemáticos de la capital. Pero otro de sus grandes atractivos son los piscos que ofrece su bar, destacando el sabor del ‘Pisco Sour Catedral’.

Hoy que celebramos el Día del Pisco Sour, diario OJO conversó con el gerente general del Gran Hotel Bolívar, César Antonio Martínez, sobre los desafíos de dirigir el primer edificio hotelero moderno de gran envergadura que se construyó en Lima.

¿Cómo tomó la propuesta de gerenciar el Gran Hotel Bolívar? Estoy enamorado del proyecto que se me ha encomendado. El señor Luis León Rupp me confió el encargo de pensar en el relanzamiento, la reapertura y la celebración de los 100 años. Él ya no está vivo, pero los nuevos propietarios me han ratificado la confianza para continuar y concretar las intenciones de recuperar este emblemático hotel.

¿Cuáles son los principales retos de gerenciar uno de los lugares más históricos del país? Trabajo hace 25 años para el señor Luis León Rupp. Los principales desafíos son, principalmente, el entorno del hotel. El deterioro del centro histórico ha sido permanente, han habido esfuerzos meritorios de diversos alcaldes, pero que han sido insuficientes porque no hay un entendimiento real sobre lo que se necesita para recuperar el centro histórico y para proteger el mantenimiento y sostenimiento de lugares como el Gran Hotel Bolívar.

¿Qué podría mejorar esta situación? Queremos que exista un entendimiento de cuál es el ecosistema que se le quieren brindar a la plaza San Martín dentro del plan propuesta para la recuperación del centro de Lima cuya competencia está hacinada a la Municipalidad de Lima, a través de la gerencia de PROLIMA. La mayor dificultad es el poder tener una idea consensuada de lo que se quiere hacer, que integre tanto los intereses de los funcionarios, el mantenimiento de la infraestructura, la cultura, el patrimonio, pero que también permita el desarrollo de actividades económicas y turísticas que permitan su sostenibilidad.

Sobre la millonaria deuda que se le atribuye al hotel. ¿Cuál es la situación actual? Han existido deudas y todavía hay una parte de la deuda que se está saneando con la municipalidad. Tenemos la firma de un fraccionamiento que lo estamos cumpliendo a cabalidad. Existen inversiones que se vienen efectuando en el propio hotel, en la renovación del equipamiento. Con los extrabajadores existen deudas, pero se están llegando a acuerdos y se están pagando. Yo tengo el conocimiento del drama, del dolor y de la crisis que afectó al hotel que en un momento corrió el riesgo de ser rematado. Ahora estamos en un escenario completamente distinto.

Se vienen nuevos aires y una importante celebración por el centenario del Gran Hotel Bolívar... Se nos están dando varias circunstancias importantes, el interés de inversionistas tanto privados como públicos en el hotel, líneas de crédito con diversas entidades, entre ellas, el BID. Consideramos que en los próximos años el proceso de recuperación del hotel va a ser sumamente sostenible. El Hotel Bolívar espera cumplir 100 años más. Se está revitalizando. Va a entrar en proceso de relanzamiento, restructuración, remodelación absoluta.

¿Qué planes tienen a futuro? En este nuevo relanzamiento tenemos el slogan de que el “Hotel Bolívar pretende ser la casa de todos los peruanos”. Estamos celebrando diversos convenios con los gobiernos regionales para que puedan hacer sus activaciones y de promoción de sus diversos eventos culturales y turísticos a nivel nacional.

¿A qué adjudica el éxito y la permanencia del Gran Hotel Bolívar? Al amor. Creo que el amor, la pasión y el cariño que le tenemos los trabajadores al Hotel Bolívar es el principal insumo para que pueda cumplir sus 100 años, y estoy seguro que cumplirá 100 años más. Por más que han habido momentos críticos, el Hotel Bolívar enamora, compromete. Yo no vengo a trabajar, yo vivo acá hace 6 años y estoy disfrutando cada momento. Los trabajadores son quienes hacemos realidad que este hotel siga existiendo. Han habido circunstancias en que las administraciones no han sido bastante responsable en el pago de la deuda laboral, pero estamos para resolver hoy en día esos inconvenientes.

Actualmente, ¿cuántas habitaciones del Gran Hotel Bolívar están habilitadas? Tenemos una porción limitada de habitaciones para atender a nuestros huéspedes en las mejores condiciones posibles. Estamos en el proceso de remodelación que va a tomar algunos años, pero cuando se hospeden en el Hotel Bolívar lo que pueden encontrar es historia, una serie de artículos que hoy día no existen en los hoteles, pretendemos guardar esa esencial de la década de los años 20 y 50 en este lugar que parece, por momentos, detenido en el tiempo.

¿Por qué considera que sus pisco sours son los más populares de la capital? Le agradecemos a quienes no dan esa categoría. Consideramos que en todos los bares del país hacen un extraordinario pisco sour. Nuestra bebida tiene una fórmula tradicional que pretendemos mantener y mejorar en el tiempo sin que pierda su esencia.

¿Cómo festejan el Día del Pisco Sour? Hace varios años tenemos el brindis del Día del Pisco Sour. Invitamos a todos a venir hoy al hotel, a las 11:30 a.m., porque vienen autoridades y productores de pisco.

¿Qué actividades han considerado por sus 100 años? Tenemos un calendario de actividades con mucha sencillez y modestia, pero asumiendo la responsabilidad que el hotel tiene que retomar los pasos del profesionalismo del servicio. Lentos, pero sin pausa.

La historia detrás de la receta del famoso ‘pisco sour catedral’

“Yo he tenido la oportunidad de poder trabajar con gente muy antigua, que han tenido entre 40 y 50 años laborando acá, y me mencionaban que unos caballeros, después de ir a la misa en la catedral de Lima, se tomaban una versión doble del pisco sour. Ellos le pedían al botones que apenas los vean por la esquina, empiecen a preparar estas bebidas porque no tenían mucho tiempo. Así nace el nombre. También por la tremenda copa que se utilizaba, tan grande e imponente como nuestra catedral”, detalla el barman del Gran Hotel Bolívar, Fabricio Delgado.

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