Luego del incidente aparecen la ansiedad, intranquilidad y preocupaciones.
Luego de ser víctimas de un asalto, sentimientos de rabia, frustración, miedo y ganas de llorar surgen casi de forma inmediata. Según los psicólogos esto afecta la estabilidad emocional del asaltado en mayor o menor medida, según sea su capacidad para superar la adversidad.
Los especialistas explican que algunas personas que sufren un ataque delictivo (robo, asalto a mano armada o secuestro) desa-rrollan un estado de pánico o angustia; mientras que otras desa-rrollan sentimientos de culpa por no haber sido lo suficientemente precavidos. Mantener cualquiera de estas actitudes por mucho tiempo resulta negativo porque impide que la víctima se desarrolle con normalidad en su entorno social.
Las estadísticas indican que durante un asalto, sobre todo cuando es con un arma, hasta el mismo delincuente se pone nervioso, por eso se recomienda mantener la tranquilidad y no poner resistencia. Sin duda, después de esa experiencia ya no querrá volver a salir a la calle, lo mejor es no reprocharse nada y analizar cómo sucedieron las cosas para que no vuelva a repetirlas.
Lo mejor es que tome medidas preventivas, como evitar lugares solitarios, no exhibir objetos de valor ni dinero cuando camine por la calle, tratar de no usar el celular en la vía pública y estar muy atento, ya sea al caminar o cuando esté en el transporte público.
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