Hoy será cremada y sus cenizas esparcidas en Tucumán y Buenos Aires.
Argentina llora la muerte de Mercedes Sosa, la Negra, la voz de América Latina, despedida por cientos de seguidores en un velatorio en el Congreso de la Nación, un honor reservado a las más altas personalidades de la política y la cultura en el país.
La intérprete, de 74 años, falleció ayer en un hospital del barrio porteño de Palermo, como consecuencia del agravamiento de una afección hepática complicada con problemas cardiorrespiratorios.
Sus restos fueron velados durante 24 horas en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso hasta que se realice la ceremonia de cremación, prevista para hoy en el cementerio de Chacarita. Cientos de personas aguardan en las inmediaciones del Congreso, en su mayoría portando flores, para despedirse de la Negra, cuya muerte han lamentado varios Gobiernos de la región.
Nacida en Tucumán (noroeste argentino) el 9 de julio de 1935, Mercedes Sosa comenzó muy joven su carrera artística y pronto se dio a conocer por su reivindicación de las raíces culturales argentinas, su presencia imponente y el tradicional poncho que utilizaba para sus actuaciones.
Censurada por la dictadura militar argentina (1976-1983), se exilió en Europa y acentuó su compromiso con la defensa de las libertades. Convertida en un símbolo para varias generaciones de latinoamericanos, Sosa fue la cantante argentina más premiada y conocida en la región.
Paseó el nombre de Argentina por los escenarios de todo el mundo, actuó con algunos de los intérpretes más reconocidos, como Luciano Pavarotti; cantó en el Vaticano y grabó discos con los mejores del momento durante una larga carrera que coronó este año con la edición de dos volúmenes de su trabajo Cantora, en los que estuvo arropada por Joan Manuel Serrat, Shakira, Julieta Venegas y Jorge Drexler, entre otros.