En noviembre del año pasado, los agentes del Escuadrón Verde montaron un operativo antidrogas y capturaron por cuarta vez al “Cojo David”. Luego de unos días fue liberado.
Así como a él, durante 2016, el Grupo Terna intervino a 3 mil 930 personas por microcomercialización de drogas, de estas el 80% quedó libre, según los fiscales, por falta de pruebas. Más del 50% habían sido intervenidas más de una vez, según reveló una fuente policial.
“Ellos (fiscales) quieren que grabemos todo, el momento en que se paga y recoge la ‘merca’. Muchas veces exponemos nuestras vidas para hacer lo que ellos piden, pero aún así los dejan libres”, informó la Policía.
Otro motivo por el cual estos sujetos son liberados, es porque cuando son trasladados a las comisarías o divincris, los agentes policiales no elaboran bien los atestados.
“Algunos de estos efectivos policiales les cobran a los intervenidos para cambiar su manifestación y poner que solo se encontró droga que era para su consumo, de esta manera son liberados”, agregó la fuente.
Luego de su liberación, el “Cojo David” sigue vendiendo ketes de pasta básica de cocaína en la zona conocida como La Huerta Perdida, en Barrios Altos.
PENAS MAS DRÁSTICAS. Para la Policía, el delito de microcomercialización de drogas debe tener penas más drásticas, ya que se está incrementando. Según el abogado penalista Luis Lamas Puccio, la microcomercialización de drogas tiene una pena de 3 a 7 años de prisión efectiva; esto dependerá de la cantidad de droga incautada al momento de la detención.
El letrado añadió que la pena por este delito se puede incrementar cuando una persona hace uso de su profesión para vender esta ilegal mercadería, cuando se vende en los alrededores de los colegios o se utiliza a menores de edad para la distribución y venta de los estupefacientes.
PRESOS. Según un informe estadístico elaborado por el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), durante 2016, mil 622 personas fueron recluidas en distintos centros penitenciarios a nivel nacional por el delito de microcomercialización o microproducción de drogas. De estas, 951 fueron sentenciadas.
Del total de presos, mil 355 son varones y 267 mujeres. Lima provincia cuenta con 708 personas recluidas en sus diferentes penales, le siguen Callao (139), Áncash (123), La Libertad (67) y Piura (65). Durante 2016, 35 personas reingresaron a diferentes centros penitenciarios por el mismo delito, la microcomercialización de drogas.
PUNTOS CRÍTICOS. Un estudio de Cedro revela que hay mil 600 puntos de venta de drogas en la capital y el primer puerto.
El distrito de Comas ocupa el primer lugar, con 102 puntos de venta, seguido por San Juan de Lurigancho, con 90 lugares donde se comercializan las drogas. El último puesto lo ocupan Chosica y Chaclacayo, con un punto de venta cada uno.
Entre las personas que acuden a estas zonas de venta, la pasta básica de cocaína (PBC) y la marihuana son las drogas más solicitadas, según data de Cedro.
Milton Rojas, especialista y consultor de Cedro, informó que con el testimonio de los pacientes se llegó a conocer nuevos puntos de venta de drogas y nuevas modalidades.
Pese a las constantes intervenciones policiales que buscan terminar con la microcomercialización de drogas en Lima, hay al menos ocho puntos de venta que resultan difíciles de erradicar debido a la alta demanda, afirmó el jefe del Escuadrón Verde de la Policía, coronel Jorge Angulo.
Refirió que se trata de las zonas conocidas como “El Danubio” (Comas), “Malambito” (límite entre Barranco y Surco), “La huerta perdida” (Barrios Altos, Lima Cercado), “El chaparral” (Santa Anita), “Mendocita”, “Teniente Arancibia”, “La pólvora” (La Victoria) y “El castillo” (San Miguel), que son las más visitadas por los consumidores.
MODALIDADES. La modalidad más conocida para la adquisición de drogas es la venta directa, cuando el consumidor acude a los puntos para comprar los estupefacientes. Sin embargo, hace unos meses la Policía Nacional del Perú descubrió una nueva forma de distribución en los centros comerciales. En este caso, los delincuentes usan los casilleros de los supermercados para esconder los estupefacientes, luego llega el cliente para recoger la mercadería.
Una modalidad de distribución de drogas que se ha incrementado en los últimos años, según la Policía, es la venta por delivery. Es posible adquirir cocaína, marihuana o pasta por teléfono, redes sociales o WhatsApp.
“Es difícil llegar a estas personas, pero tras una investigación son capturadas. Muchos de los policías se mimetizan para realizar su labor”, añadió el coronel Angulo.
Según datos de Cedro, en los últimos años, entre un 10 y 15 por ciento de los pacientes que acuden al programa Lugar Escucha han conseguido la droga vía Internet.
EL NEGOCIO. El jefe del Escuadrón Verde añadió que cada kete o paco de pasta básica de cocaína se vende al precio de un sol. El kilo de la hoja de coca tiene un costo de cinco soles. Un gramo de clorhidrato de cocaína se valoriza en Lima de 10 a 15 soles.
Angulo advirtió que este negocio va en aumento debido a que las personas no le temen a las sanciones que podrían recibir al incurrir en este delito.
“Empieza el padre, luego la madre, los hijos y así las nuevas generaciones”, finalizó.
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