Mamás coraje: Blanca y Elizabeth han luchado junto a sus hijos afectados por graves enfermedades

Aunque no se conocen, a Blanca Ortiz Carhuamaca y Elizabeth Rodríguez Valenzuela las une, como madres, una palabra: fortaleza. Ambas han visto crecer a sus únicos hijos rodeados de médicos y en el área de hospitalización del Instituto Nacional de Salud del Niño-San Borja (INSN-SB), pues les ha tocado acompañarlos en sus batallas contra enfermedades que, parecieran, querer arrebatarlos de sus brazos.

Ser mamás, en sus casos, ha requerido de tiempo completo, de vivir y dormir en un hospital, dejar sus trabajos o estudios, convertise en enfermeras y profesoras e, incluso, para una de ellas, abandonar por temporadas su ciudad natal y volver a recibir clases en el colegio.

Todos esos sacrificios los han hecho, año tras año, impulsadas por el amor incondicional que sienten hacia quienes hoy, en el Día de la Madre, las abrazan y les dicen “Te amo, mamá”.

La lucha diaria de Ángel y Blanca

Ángel es el hijo de Blanca, tiene 7 años y, desde que nació en Huancayo (Junín), le detectaron enfermedades congénitas (que le impiden caminar y le han perjudicado varios órganos, como la vejiga y los intestinos), por las cuales tuvo que ser derivado de inmediato hacia Lima, al INSN-SB, sin ni siquiera ser visto ni acogido por su madre.

“Era como si el mundo se me venía encima” describe la mujer de 35 años al recordar cómo se sintió aquel día que dio a luz y se enteró del diagnóstico de su pequeño. Pese al estado de shock en el que se encontraba y al dolor que aún sentía por el parto, viajó al tercer día para acompañarlo en su lucha por sobrevivir.

Más de un año se quedó en la capital hasta que pudo retornar a Huancayo con los suyos, pero no fue para siempre porque debía volver de forma constante al hospital para citas de control. Hace dos años, estas visitas se han extendido y, actualmente, otra vez están internados en hospitalización, debido a complicaciones en su salud.

Sin embargo, en todo este tiempo, Ángel no ha dejado de ser un niño activo y de sonrisa prominente: le encanta dibujar, sobre todo los buses interprovinciales en los que viaja; va a la escuela gracias a que Blanca asiste con él a recibir clases; recita poesía en las celebraciones; y es un líder innato, tanto así que fue escogido como teniente alcalde de su colegio.

“Yo me emociono al verlo (haciendo todo ello)”, dice Blanca mientras muestra los videos de los logros de su pequeño; por su parte, Angelito, sentado en su cama de hospitalización, dibuja en su cuaderno un regalo para ella. Es una flor rodeada de la frase: ¡Feliz Día, mamá!

Vencieron la leucemia juntos

La historia de Elizabeth, de 45 años, y su hijo Stiven, de 10 años, también ha transcurrido en el INSN - San Borja, a donde llegó después de varios diagnósticos errados, una operación que no alivió los fuertes dolores que sentía su pequeño, y miedo por lo que podía sucederle debido a la enfermedad que le fue detectada a sus 3 años, la leucemia.

Aunque por la propia investigación que hizo a través de Internet, sospechaba cuál era el mal que llegó a postrar a su hijo, no se imaginó que la vida de ambos cambiaría por completo hasta que una doctora se lo dijo directamente: “Ahora nosotros somos su familia... corte todo porque usted se va a quedar”.

Durante cinco años, de manera intermitente y por complicaciones en la salud del menor, Elizabeth quedó internada junto a su hijo y fue testigo tanto de sus mejorías como de sus recaídas, que le hacían pensar lo peor. También recuerda que pasó a su lado, en el hospital, cada Día de la Madre.

Después de ese tiempo, que implicó para ella llanto, desesperación, fe y esperanza, la atención del menor se mantuvo ambulatoria y, tras casi diez años de tratamiento y evaluaciones médicas, el pasado 4 de mayo último fue dado de alta de forma definitiva pues venció el cáncer.

Para Elizabeth, ser mamá de Stiven ha significado “ser fuerte y mantener la sonrisa” porque además de luchar por su recuperación, se propuso con su esposo hacerlo feliz todos los días, a pesar de tener que soportar duras intervenciones.

Stiven confirma que lo lograron ya que ha olvidado los momentos difíciles en el hospital, pero guarda en su memoria recuerdos alegres con su mamá como cuando le dibujaba todo lo que le gustaba o le enseñaba con paciencia nuevamente a caminar.

“Ella siempre me ayuda cuando tengo problemas... La quiero mucho”, comenta el pequeño mientras se unen ambos en un abrazo mágico, de esos que solo sabe dar una mamá.

OJO AL DATO. Bajo el lema “Mamá mi mejor medicina”, el hospital rindió homenaje a las mamás cuyos hijos se encuentran internados.

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