A veces pensamos que estamos cansados por estrés, carga laboral o académica y, sin duda, es una posibilidad, pero también hay hábitos que pueden estar afectando nuestro rendimiento.
El más común tiene que ver con el almuerzo. Un estómago muy lleno, con alimentos que tardan en digerir, afecta la productividad. Esto ocurre porque la digestión es uno de los procesos que demandan mayor consumo de oxígeno y, para abastecerse, el corazón bombea más sangre y el cerebro, por su parte, ordena al cuerpo entrar en reposo.
Para evitar este efecto, esta comida debe ser alta en verduras, baja en grasa y muy controlada en almidones.
Lo segundo más común es no dormir las suficientes horas o no tener un sueño de calidad. Esto no solo afecta el nivel de energía, sino la memoria, el ánimo y nuestro metabolismo. Dormir entre 7 y 9 horas es lo óptimo.
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