La vida universitaria está llena de situaciones que afectan el rendimiento del alumno. Suelen llegar al salón de clase cargando varias mochilas y no solo llenas de cuadernos o laptops, también repletas de asuntos personales, estrés y hábitos de higiene alimentaria y del sueño que, sin duda, tienen un impacto en su rendimiento.
Decirlo es práctico, lograrlo y más aún guiarlos para descargar mochilas emocionales lleva su tiempo, pero es necesario buscar que ese peso se convierta en motivación. Parte de esa clave está en la manera de mirar las dificultades y priorizar el nivel de importancia de los miedos que pueden surgir en esa etapa (por ejemplo: la autovaloración, aceptación, éxito, etc.).
La higiene alimentaria y del sueño son fundamentales para dar al cuerpo los insumos suficientes. Me encuentro con alumnos que inventan dietas extremas y restricciones con fines de culto al cuerpo (por lo general, carbohidratos) que acentúan aún más la fatiga. Mucho cuidado con ello, con el sueño, dieta sana y salud mental no se juega.