La palabra emoliente proviene del latín “emolientis” que hace referencia a suavizador o ablandador. Se trata de una bebida asociada a beneficios digestivos. Las hierbas clásicas del emoliente son el llantén, cola de caballo y boldo las que, según la experiencia popular y también algunos estudios, tienen componentes que favorecen el proceso de digestión.
Por otro lado, la cebada, componente principal del emoliente, suelta vitaminas y minerales al líquido de cocción. También betaglucanos, un tipo de carbohidrato que retrasa el tiempo de absorción de los azúcares lo que resulta conveniente en diabetes, resistencia a la insulina, ovarios poliquísticos e hipotiroidismo. Muy importante es no endulzar el emoliente. En su defecto se debe hervir con fruta y luego colar.
Finalmente, la linaza es una semilla que forma gel en el agua. Este gel es pura fibra soluble que tiene la capacidad de arrastrar el colesterol en el proceso de digestión. De esa manera ayuda a disminuir los niveles de colesterol en sangre.