El lamentable incidente en un supermercado muestra, una vez más, que el racismo y la discriminación están vivitos y coleando en nuestro país.
Llamar “serrano de m...”, “cocodrilos de altura”, “blanquito pituco” o “porcina de ojo jalado” son frases que muestran que muchos peruanos no respetan a quienes son diferentes y recurren al fácil agravio. Los esfuerzos que se hacen en los colegios para promover el respeto y la tolerancia caen por los suelos cuando los adultos se expresan de ese modo.
Solo bastaría que los peruanos comprendan y recuerden que tenemos una historia común y un futuro por construir.
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