La anemia no es una condición exclusiva de los niños, aunque en ellos el impacto es irreversible. Esta enfermedad también se presenta en el adulto joven que sigue dietas estrictas o restrictivas donde el consume de carne, sobre todo rojas, es poca o nula, así como en mujeres en edad fértil que debido a un flujo menstrual abundante sufre pérdidas importantes de sangre.
Asimismo, la anemia es consecuencia de perdidas internas de sangre no perceptibles. Este es el caso de pacientes con diabetes o hipertensos cuyo cuadro ha avanzado al punto de afectar el riñón afectando la formación de glóbulos rojos o en el caso de adulto mayores donde la médula pierde capacidad de formar estas mismas células, entre otras situaciones.
Los síntomas son palidez, fatiga, sueño, irritabilidad y falta de concentración. Quien padece anemia es una persona vulnerable a enfermedades infecciosas. Tratarla depende de la causa y, por lo general, requiere de suplemento.
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