La investigación para determinar responsabilidades en el robo de municiones y explosivos de las Fuerzas Armadas que van a parar a bandas criminales, no solo va a servir para la lucha contra delincuentes que operan fuera de nuestras fronteras, sino también para hacer frente a los hampones que en Perú buscan amedrentar a las víctimas de extorsión colocando granadas o balas en las puertas de sus casas o negocios. Esta práctica delictiva no es de ahora. Desde hace mucho tiempo las granadas tipo piña como las que usan los militares se han convertido en un instrumento para amenazar a quienes se exige dinero a cambio de no sufrir un ataque armado. En Trujillo y Chiclayo se ha visto con mucha frecuencia. Hace tiempo han debido determinarse responsabilidades que estarían en los cuarteles y guarniciones de los institutos castrenses, pues una granada no se obtiene en cualquier lugar. Tiene que haber una mafia que abastece al mercado negro. Los peruanos merecemos respuestas inmediatas por parte de las autoridades.