Cada nutriente y fuente de energía que se da al cuerpo se distribuye en el organismo según su necesidad. El calcio, por ejemplo, es nutriente estructural del hueso, sin embargo, no solo se utiliza ahí, sino también en otros lugares.
El Registro Europeo de Declaraciones de Propiedades Saludables de los Alimentos enlista los nutrientes cuyos efectos en el organismo han sido probados por la evidencia científica. Estos son los que considera como esenciales para contribuir con el buen funcionamiento del cerebro (aunque no necesariamente forman parte de las estructuras del cerebro, pero actúan a ese nivel).
Los nutrientes de esta lista son: fósforo para las membranas neuronales; DHA, que es una forma de omega 3, presente en pescado graso; algas de mar y mariscos; yodo y vitaminas del complejo B para el sistema nervioso, función cognitiva y psicológica; calcio para la neurotransmisión; hierro y zinc para la función cognitiva y, por último, el agua para mantener las funciones físicas y cognitivas normales. Una dieta rica en vegetales y frutos del mar es buena para el cerebro.
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