Hay muchas razones y buena parte de los casos tienen que ver con la cantidad de comida que se le ofrece al niño. A veces los padres o cuidadores pretenden que consuma un plato similar a otro niño lo que no es una buena referencia.

Otro motivo suele ser no tener orden en los horarios. Puede haber un tiempo para las comidas principales, pero entre comidas se le puede ofrecer a los pequeños snacks nutritivos, jugos, leche, yogurt, etc., que le proporcionen saciedad.

También hay causas de origen emocional o sensorial. Por ejemplo, cuando el menor vive en un ambiente tenso, si se le obliga a comer o se comparte poco tiempo junto a él, entonces una manera de expresar su descontento es a través de la inapetencia. En los casos de tipo sensorial, hay niños a los que los olores, sabores, texturas e, incluso, el hecho que dos alimentos entren en contacto les afecta y por ello muestran rechazo a la comida.

Si tu hijo pasa por estas circunstancias es necesario buscar ayuda profesional.

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