Muchos padres de familia califican “que el niño no quiere comer” en casos como, por ejemplo, cuando la alimentación de su hijo es básicamente un tipo de alimento (solo jugos, leche, fruta todo el día, etc.). O cuando come a deshora, pocas cantidades o no acepta nuevos platos.
Entre el 10 y 25% de las consultas pediátricas tienen como causa principal que el niño no quiere comer y una acción común de los padres es refugiarse en la gran oferta de suplementos del mercado que prometen mejorar este problema.
Los suplementos son preparados con uno o más nutrientes (vitaminas, minerales etc.) para ser consumidos cuando la persona tiene alguna deficiencia comprobada o alguna condición de salud que lo amerite.
No obstante, no reemplazan a los alimentos ni hacen que el niño se alimente mejor. Algunas condiciones en las que el menor podría requerir de suplementos son: dietas vegetarianas o cetogénicas, bebés prematuros, entrenamiento físico intenso, enfermedades específicas, deficiencias o anemias comprobadas.
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