Todas las carnes, tanto rojas como blancas, son alimentos nutritivos, contienen proteínas de alta calidad (en promedio, 100g de pulpa contiene 20 g de proteína), vitaminas y minerales. La diferencia del color se debe al contenido de mioglobina, un pigmento natural de las fibras musculares que contiene hierro.
La concentración de mioglobina determina si la carne es roja o blanca. El tipo de hierro de este alimento se asimila muy bien, entre las carnes más ricas en hierro encontramos las aves de caza, en especial, de pichón (20mg por cada 100g), seguido de las vísceras (10mg de hierro), mientras que las carnes blancas aportan entre 1 y 1,5mg de hierro por cada 100g.
Aún cuando la carne es nutritiva, debe consumirse en forma moderada; en el adulto, entre 120g a 180g por vez. Por su alto contenido de purinas (producto del metabolismo), las carnes pueden provocar hiperuricemia y gota. Por otro lado, su grasa en exceso puede elevar las grasas en sangre, y la carne roja en exceso incrementa el riesgo de cáncer.
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