Resultó ser un tremendo lobo
Resultó ser un tremendo lobo

Marisol (27, La Victoria). Como una tonta caí en las redes de Ricardo creyendo que era un verdadero caballero y que era diferente a los hombres mujeriegos con los que me he cruzado en más de una ocasión. Lamentablemente me equivoqué, pues resultó ser peor que todos los picaflores que he tenido como pretendientes.
Ricardo se presentó ante mí con la apariencia de ser tímido. Me enviaba chocolatitos y rosas a mi casa con una tarjetita en la que sólo ponía su nombre. Poco a poco fue acercándose más, entablamos amistad y después de varios meses iniciamos una relación sentimental.
Ricardo era tan amable, tan formal para todo que no podía sospechar que detrás de ese carnerito había un lobo feroz que arrasaba con cuanta mujer encontraba a su paso.
Por esas coincidencias de la vida, una amiga resultó conocer a la esposa de Ricardo, quien no sólo era casado y con un hijo, sino que también tenía una amiguita cariñosa en su trabajo, había empezado a coquetearse con una de mis vecinas y hasta tenía una mujer en provincias.
Tremenda fichita que resultó ser mi enamorado, pero lo peor de todo fue que cuando le increpé su actitud, muy sereno me dijo que todas eran mentiras, que quizá mi amiga se había confundido, que él era soltero y su único compromiso era yo.
Como una tonta le creí, pero mi amiga no cayó en su juego y no paró hasta entrar al registro de la Reniec por Internet y en su DNI figura que es casado.
Le volví a sacar en cara su mentira y ya no pudo seguir engañándome y terminó diciéndome que sí estaba casado, pero me quiso hacer el cuento de que estaba mal con su esposa y que sólo seguían juntos por los hijos.
Ahora estoy sola, pero Ricardo me sigue buscando y no sé qué hacer para no caer en sus redes.