El uso de las microondas se difundió a fines de los años 40. Este electrodoméstico funciona mediante una fuente emisora de ondas (microondas) que penetran en el alimento con 1 ó 2 centímetros de profundidad, así provocan la fricción entre moléculas de agua en su interior, generando calor que se transmite al resto de moléculas por contacto. Se conoce que actúa sobre el alimento a una velocidad cuatro veces mayor al horno convencional.

La utilización de este artefacto genera, cada cierto tiempo, rumores sobre su peligrosidad hacia la salud de las personas, sin embargo, los estudios científicos no lo demuestren ni observan alteraciones mayores al alimento en comparación con el horno convencional.

No obstante, hay algunos cuidados que debemos considerar como, por ejemplo, el material a utilizar. Son adecuadas: las vasijas de vidrio, porcelana, loza, cerámica y las de plástico que indican explícitamente su compatibilidad con el microondas.

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