Una de las preocupaciones más grandes de los padres es la de brindar una buena alimentación y a sus hijos. Pero, a menudo, la hora de la comida suele ser un dolor de cabeza, ya que los pequeños se resisten a probar nuevos alimentos, rechazan otros, o van modificando sus gustos, llegando al punto de ingerir una cantidad reducida o muy limitada de alimentos, prefiriendo dulces, exceso de carbohidratos o comidas procesadas en vez de verduras o frutas.

Esta falta de apetito o rechazo a comer cierto tipo de alimentos o cierta cantidad de comida, lo convierte en un niño “mal comedor”, llevándolo a adoptar actitudes y hábitos alimenticios inadecuados. Frente a ello, existe una serie de puntos a considerar para manejar la situación correctamente, pero siempre acompañando el proceso de la mano del pediatra.

“Este hecho se puede producir por enfermedades crónicas que condicionen el apetito, malos hábitos alimenticios, falta de normas o concesiones de la familia durante las comidas. También se presenta en la consulta pacientes con fallo de medro y desnutrición. Cuando se presenten estas situaciones, es una opción apoyarse en soportes nutricionales que sean balanceados con macro y micronutrientes adaptados a las necesidades del niño, por ejemplo, que contengan proteínas séricas que son de alto valor biológico que apoyarán su crecimiento y desarrollo con alta digestibilidad. Además, es deseable que contengan probióticos y prebióticos en su composición para apoyar a la adecuada modulación de su microbiota intestinal y sistema inmunológico, y siempre acudir a un especialista antes de alarmarse”, comenta el Dr. Cesar Tárraga Palomino, médico pediatra, del Hospital Guillermo Almenara Irigoyen ESSALUD y de la Clínica Good Hope, quien propone 3 recomendaciones para mejorar la alimentación del niño “mal comedor”.

1. Establecer horarios. Es importante que la ración total diaria se divida en 4 a 5 comidas al día, evitando el consumo de otros alimentos. También, se le puede ofrecer agua entre comidas. Esto aportará de forma importante a la creación de hábitos alimenticios.

2. Porciones adecuadas. Si bien es importante que el niño ingiera porciones acordes a su edad, es preferible que estas sean porciones pequeñas y que sean presentadas de forma atractiva, ya que, si se le brinda un plato amplio y muy lleno de alimento, se cansará solo con verlo y no lo comerá completo. Es relevante mencionar que no debe forzar ni obligar al niño a consumir más alimento del que desea, puesto que podría ocasionar mayor rechazo.

3. Complemente la alimentación. Durante el crecimiento y desarrollo de un niño, los especialistas en nutrición señalan una serie de alimentos clave, tales como las proteínas, cereales, frutas, verduras, grasas saludables, legumbres, frutos secos, etc. Sin embargo, siempre es una opción, individualizando cada caso, complementar su alimentación con soportes alimenticios de elevado valor nutricional, que ayude a cubrir las necesidades de energía y nutrientes cuando la dieta no sea suficiente.

El pediatra especialista destaca que para que un niño se alimente correctamente debe encontrarse en un ambiente tranquilo, las comidas deben realizarse junto con el resto de la familia, y sin distracciones como la televisión, tablet o juegos. Es relevante destacar que el espacio para comer no debe ser eterno, ya que, si el menor no comió en 40 minutos, debe retirar el plato e intentar luego, nuevamente.

Guía referencial para el consumidor:

En el mercado peruano existe Vitafos® Junior, que contiene proteínas séricas lácteas. Es un soporte nutricional en casos de aumento de necesidades y/o disminución del aporte de nutrientes. Para niños de 1 a 10 años. Para niños menores de 2 años consulte con su médico pediatra. Información dirigida a mayores de 16 años.

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