La Fecundación in Vitro (FIV) es una técnica de reproducción asistida de alta complejidad dirigida a parejas con problemas de infertilidad. La infertilidad se define como la incapacidad que tiene una persona para lograr o finalizar un embarazo de manera satisfactoria.
Este problema puede deberse a muchos factores. Uno de los principales es la edad. En las mujeres, esto resulta mucho más evidente pues su reserva ovárica, uno de los factores que miden su capacidad para quedar embarazada, llega a su punto límite a los 35 años.
“Antiguamente, era común que las parejas se casaran a los 18 o 20 años y tuvieran descendencia ni bien se iniciaba la edad adulta. Ahora, los cambios de paradigma han hecho que las mujeres posterguen su deseo de ser madres hasta después de los 35 años, precisamente cuando su capacidad de embarazarse de forma natural es mucho menor”, explica Álvaro Ascenzo Aparicio, ginecólogo y experto en fertilidad asistida de la Clínica Miraflores.
Al nacer, cada mujer tiene una reserva ovárica de entre uno y dos millones de óvulos. Cuando viene la primera menstruación se cuentan unos 400.000. A los 35 años, apenas tiene el 10% de esa reserva, lo que disminuye las chances de poder concebir. Para muchos de esos casos, la Fecundación in Vitro (FIV) es la mejor alternativa para conseguir el ansiado embarazo.
Pero, ¿cómo se realiza?
La Fecundación in Vitro (FIV) consiste en unir el óvulo de una mujer y el espermatozoide de un hombre en un laboratorio especializado, a fin de lograr la fecundación. In vitro significa “fuera del cuerpo”.
Previamente, se realiza una estimulación ovárica para conseguir un número de óvulos adecuados y aumentar así la probabilidad de fecundación. La unión de los gametos se logra con equipos muy especializados y en ambientes totalmente controlados. Normalmente, el espermatozoide se coloca junto con los óvulos de mejor calidad para poder fecundar. Si el experto en fertilidad piensa que la probabilidad de fecundación es baja, se puede inyectar directamente el espermatozoide dentro del óvulo.
Cuando el óvulo fecundado se divide, se convierte en un embrión. El personal de laboratorio lo vigilará de forma regular para asegurarse de que esté creciendo de manera apropiada. En unos cinco días, el embrión tiene varias células que se van dividiendo activamente. “El embrión resultante es implantado dentro del útero de la futura mamá para conseguir el embarazo. En la Clínica Miraflores, ya se han logrado más de siete mil nacimientos usando este método”, sostiene el doctor Álvaro Ascenzo Aparicio, ginecólogo y experto en fertilidad de la Clínica Miraflores.
Dependiendo del caso, antes de implantar el embrión se toma una muestra del mismo para analizarlo genéticamente. Eso nos dirá si el embrión tiene alteraciones cromosómicas, que podrían afectar el embarazo y terminar en una pérdida.
Tasas altas de éxito
Inicialmente la FIV fue diseñada para solucionar problemas de obstrucción de trompas de Falopio. Sin embargo, en la actualidad, es uno de los principales tratamientos para solucionar problemas de fertilidad en la pareja. Es decir, ayuda en casos de infertilidad, tanto femenina como masculina o combinada.
Gracias a los avances en medicina reproductiva, las tasas de embarazos con esta técnica son muy altas, siempre y cuando se realice en un centro especializado y calificado. El correcto diagnóstico y la orientación adecuada en cada caso resultan claves para el éxito del proceso. “El diagnóstico y tratamiento deben ser personalizados, pues cada problema de infertilidad es diferente”, acota el especialista.
También es fundamental que la FIV se realice en un laboratorio equipado con tecnología de avanzada, que permita obtener los óvulos, espermatozoides y embriones más idóneos para conseguir el embarazo.
Cabe indicar que un ciclo completo de FIV suele llevar alrededor de tres semanas. Antes de eso, las parejas deben pasar por diversas pruebas y análisis para verificar si su caso es apto para este tipo de procedimientos.