Cuando pensamos en nos enfocamos, por lo general, en población infantil (menores de 36 meses de vida), debido a que esta enfermedad en este grupo trae consecuencias irreversibles, es decir, aun cuando se cure, si se padeció por meses, las secuelas no se solucionan.

El hierro es un mineral necesario para el desarrollo de la función cerebral; los primeros 36 meses el cerebro madura a una velocidad mayor, lo que no ocurre de la misma manera en otra edad. Frente a una deficiencia de hierro esta maduración no es eficiente afectando la capacidad de aprender, así como otras funciones cognitivas.

Desde el nacimiento y en los controles de niño sano debe medirse los niveles de hemoglobina en sangre y, a partir de los 4 meses de nacido, aun cuando no haya anemia, es necesario que el bebé reciba sus gotitas de suplementación con hierro. Desde el sexto mes se requiere una dieta suficiente en alimentos ricos en hierro.

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