Si bien la prevalencia de anemia en menores de 36 meses ha disminuido de 40.1% a 38.8%, por primera vez en mucho tiempo (MINSA 2021), hay que tener en cuenta los momentos críticos en los que esta enfermedad puede aparecer y para ello debemos mirar a la madre gestante.
Una embarazada con anemia trae al mundo un bebé con anemia y con gran desventaja en su crecimiento y desarrollo. Durante la gestación puede ocurrir una disminución fisiológica de los niveles de hemoglobina, sin embargo, debemos cuidar que no llegue a anemia. Puede ser necesaria la suplementación con hierro, pero la dieta con alimentos ricos en hierro es obligatoria. Se debe incluir, al menos, 3 a 4 veces al mes unos 100g de sangrecita, bazo o hígado, además de una dieta balanceada.
Otro punto crítico es el parto porque, a través del cordón umbilical, la madre le transfiere reservas de hierro al neonato que le durarán los primeros 4 meses de vida. Por esta razón es importante cortar el cordón en el parte en el momento oportuno.
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