La fruta mantiene activas una serie de enzimas que permiten su madurez, estas son de diferente tipo y, algunas de ellas, en la medida que se consuma la fruta fresca, pueden contribuir con el proceso de digestión de otros alimentos.

Por ejemplo, tanto la papaya como la piña tienen enzimas específicas capaces de digerir proteínas de las carnes. Por ello, elegirlas como postre, luego de una parrillada, ayuda a la digestión.

Por otro lado, hay personas que, al comer fruta después de una comida principal como el almuerzo o la cena, empiezan a sentir malestar digestivo. Esto puede ocurrir por tener una menor capacidad de digerir algunos carbohidratos o fibra de la fruta. Si este es tu caso, conviene postergar la fruta, al menos, 30 minutos luego de la comida o tenerla como un snack de media tarde. Para el resto de personas es una buena alternativa como postre.

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