Magaly Moro

Magaly Moro

Alessandro (32 años, San Martín de Porres). Querida doctora Moro, la única razón por la cual soporto el calor infernal y las largas colas del Metropolitano es por la bella orientadora que me ha cautivado desde el primer momento en que la vi. Hace algunos meses conseguí un nuevo puesto de trabajo y, debido a ello, tuve que optar por cambiar mi ruta de traslado. Desanimado llegué a la estación Naranjal y supe que no sería de mi agrado. Pero cuando estaba a punto de abordar el Expreso 2, una joven dama llamó mi atención entre el mar de gente.

Doctora, es la mujer más hermosa que haya visto. Su sedoso cabello castaño cae gentilmente por su fino rostro. Sus ojos verdes e hipnotizantes me vuelven loco. Su melena negra azabache me cautiva por completo. Le juro, doctora, que me enamoró a primera vista. Todos los días espero pacientemente en mi cola y aprovecho los pocos minutos que me quedan para apreciar su belleza antes que las puertas del bus cierren. En el camino me gusta imaginar situaciones en donde, por fin, me atrevo a preguntarle su nombre.

Sin embargo, han pasado los meses y jamás me he atrevido a dirigirle la palabra. Mi timidez es demasiado grande. Lo he intentado un par de veces, pero mi débil voz se pierde entre los gritos de la gente que me pide desesperada que “avance de una vez”. Además, temo que se sienta incómoda al notar que, sencillamente, estoy loco por ella. Y creo que lo estoy, doctora Magaly, loco de amor. ¿Qué debería hacer?, ¿le confieso mis sentimientos o sigo con mi vida y me olvido de ella?

Ojo al consejo

Alessandro, es bueno saber que has encontrado a alguien que despierte en ti la llama del amor. Pero también ten cuidado y no dejes que se convierta en una obsesión. Te aconsejo que te animes a hablar con ella fuera de su horario de trabajo, pues puede ser algo incómodo charlar en medio de tanta gente. Anímate y no dejes que el miedo te consuma. Suerte.