Para muchos padres, comer saludable significa prohibir azúcar, golosinas o alimentos ultraprocesados durante toda la niñez. Sin embargo, los estudios y la experiencia muestran que cuando un niño crece bajo reglas rígidas, al tener libertad fuera de casa puede comer desesperadamente aquello que estuvo prohibido, muchas veces con culpa o a escondidas.
Comer saludable no es vivir evitando todo, es aprender a equilibrar. La alimentación flexible enseña que hay alimentos para el día a día como frutas, verduras, menestras, proteínas y panes integrales, y otros que pueden disfrutarse de vez en cuando, en porciones pequeñas y sin culpa.
Un ejemplo claro es cuando un niño come un almuerzo nutritivo en casa y, si en un cumpleaños desea una porción de torta, puede disfrutarla sin miedo ni tensión.
Cuando se enseña equilibrio en lugar de prohibición, los niños crecen con una relación sana, tranquila y consciente con la comida.
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