Celebrar el fin de año no tiene por qué terminar en malestar. Prepararte con anticipación marca la diferencia. Por ejemplo, no llegues a la fiesta en ayunas: una comida equilibrada antes, con proteína, algo de carbohidrato y verduras, ayuda a controlar el apetito y evita excesos impulsivos.
La hidratación también es clave. Bebe agua durante el día y, si consumes alcohol, alterna la bebida alcohólica con un vaso de agua. Esto reduce el riesgo de deshidratación, dolor de cabeza y malestar digestivo. Además, toma alcohol con moderación y evita mezclar muchos tipos de bebidas.
Descansar bien la noche anterior es igualmente importante, ya que el cansancio aumenta la desregulación del apetito y la tolerancia al alcohol. Durante la fiesta, escucha a tu cuerpo, come despacio y elige lo que realmente disfrutas. Disfrutar con conciencia es la mejor manera de cuidar tu salud.
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