Después de las celebraciones, es común ver uno o dos kilos más en la balanza y pensar que se trata de grasa. Sin embargo, fisiológicamente esto es casi imposible, ya que para ganar un kilo de grasa se necesitan alrededor de 7 700 calorías extra, mucho más de lo que solemos consumir incluso en una cena abundante.
Lo que realmente ocurre esos días es un aumento temporal de glucógeno, la forma en que el cuerpo almacena carbohidratos, que se acompaña de agua. Por cada gramo de glucógeno se retienen aproximadamente tres gramos de líquido. Además, el alto contenido de sodio en los alimentos festivos contribuye a que el cuerpo retenga más agua.
A esto se suma que las comidas voluminosas se digieren más lentamente, lo que añade lo que se conoce como “peso en tránsito”. Por ello, ese aumento rápido en la balanza no corresponde a grasa acumulada, sino a líquido que se eliminará en pocos días al retomar la alimentación habitual.
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