No todos necesitan suplementos, pero hay momentos de la vida en los que sí marcan la diferencia. En el embarazo y la lactancia, por ejemplo, el ácido fólico, el hierro, el yodo y la vitamina D ayudan a proteger a mamá y bebé. En los bebés, la vitamina D es clave si no reciben suficiente sol. En niños y adolescentes, algunas chicas que menstrúan pueden requerir hierro, y todos podrían beneficiarse de vitamina D y calcio si su dieta es baja en lácteos o exposición solar.

En adultos mayores, la vitamina B12, la D y el calcio ayudan a mantener huesos fuertes y energía, porque el cuerpo absorbe menos. Quienes siguen dietas veganas necesitan B12 sí o sí, y a veces omega 3, yodo o hierro. También hay casos en los que se justifica el uso de suplementos por enfermedad, uso de ciertos medicamentos o baja exposición a la luz solar.

La regla de oro es que un suplemento no reemplaza una buena alimentación y siempre debe ser indicado por un profesional.

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