Como ya lo he mencionado en columnas anteriores, frente a la altas temperaturas el cuerpo se calienta, pero cuando alcanza temperatura corporal se activan mecanismos para enfriarse. Uno de ellos es la sudoración o transpiración. El cuerpo elimina agua y electrolitos para mantener una temperatura fuera de riesgo.
Pero puede ocurrir que el calor sea tan intenso que los mecanismos naturales del organismo no sean suficientes y la temperatura corporal se eleve a tal nivel que ocurra un golpe de calor, una condición muy peligrosa.
Para evitar esta situación, además de hidratarse con frecuencia y, de preferencia, con agua, debemos mantener el cuerpo fresco. Esto se logra utilizando ropa de tonos claros y materiales frescos como el algodón o el lino e, incluyendo, alimentos fríos como los helados y la fruta rica en agua helada. También es importante evitar la exposición a lugares poco ventilados.
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