Las fresas crecen al nivel del suelo, sin embargo, la posible contaminación no se debe a ello, sino a que el agua de riego puede estar infectada.
Por otro lado, durante su cultivo, si no se tienen los cuidados, el fruto puede estar expuesto a la humedad constante y contaminarse con hongos que se desarrollan como una mancha oscura en la piel.
A pesar de ello, no debemos dejar de consumir la fresa, ya que la gran mayoría de frutas y verduras están expuestas a peligros similares.
Lo que sí debemos hacer es lavarla frotando la superficie con agua y, luego, desinfectar con una solución de 4 a 5 gotas de lejía al 5% en 1 litro de agua, remojarlas por 5 minutos y después enjuagar con agua potable.
También se puede optar por otros desinfectantes de frutas o sumergir en 1 taza de vinagre por 4 tazas de agua. Así podemos disfrutar con seguridad de este alimento.
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