Si con equipamiento especializado retiráramos únicamente las moléculas de azúcar de la manzana (que, además, pueden ser de diferente tipo) observaríamos que, desde el punto de vista químico, posee los mismos azúcares que puede tener el azúcar común, la fructosa del jarabe de maíz o la fructosa que se solía utilizar para endulzar las mermeladas que, alguna vez, eran etiquetadas como ‘light o sin azúcar’.
Entonces, surge la pregunta, ¿ qué hace diferente al azúcar de la fruta de la azúcar refinada?¿por qué las frutas muy dulces o que contienen más azúcar no llevan octógonos de advertencia? La respuesta y el sustento está en una sola palabra: la fibra.
Así es, la fibra que envuelve las moléculas de azúcar natural de las frutas es lo que hace que su impacto a la salud y su llegada a la sangre sea distinta. Por ello, recomendamos que la fruta se consuma entera y, de preferencia, con cáscara para mantener intacta la fibra dietética.
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