El sulforafano es un compuesto beneficioso rico en azufre que se encuentra en las verduras crucíferas, como el brócoli, el repollo, la coliflor, la col rizada, los rábanos, las coles de Bruselas, el bok choy, los nabos, la arúgula, el colinabo, los berros, las hojas de mostaza y el rábano picante. Es especialmente abundante en los brotes de brócoli.

Para que este compuesto se forme, es necesaria la acción de la enzima mirosinasa, que se activa cuando la planta es cortada, rallada, golpeada o masticada. Algunas bacterias intestinales también pueden realizar esta función.

En el cuerpo humano, el sulforafano tiene una función importante: activa el gen NRF2, que regula más de 200 funciones corporales, incluyendo la reparación, la desintoxicación y la protección de las células. Entre sus beneficios se incluyen:

Prevención y tratamiento del cáncer. Se ha vinculado una alta ingesta de verduras crucíferas con una menor incidencia de cáncer.

Protección cardiovascular. Ayuda a prevenir la hipertensión, arterioesclerosis y diabetes.

Tratamiento del autismo. Ha mostrado efectos prometedores en trastornos del espectro autista.

Mejora cognitiva. Puede mejorar la memoria y prevenir enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson y la esclerosis múltiple.

La mejor manera de cocinar estas verduras es al vapor, entre 1 y 3 minutos, ya que otros métodos, como hervirlas o cocinarlas a altas temperaturas por mucho tiempo, pueden destruir la mirosinasa y reducir la cantidad de sulforafano.

Se recomienda incluir crucíferas en la dieta diaria, junto con otros vegetales, frutas y granos integrales. Para potenciar el efecto del sulforafano, acompaña estas verduras con alimentos ricos en mirosinasa, como la mostaza. Añadir mostaza al brócoli o las coles de Bruselas aumenta los beneficios.

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