Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo. El 60% de los adultos en Latinoamérica aumentó de peso durante la pandemia. Actualmente, el Perú ocupa el tercer puesto en el ranking de obesidad en la región. Las mujeres tienen mayor exceso de peso, 6,3 puntos porcentuales más que los hombres (63.1% frente a 56.8%), y hay más obesidad en las ciudades de la costa que en la sierra y la selva. Los médicos ya nos han advertido que uno de los grupos de personas más vulnerables al COVID-19 son las personas que padecen esta condición.
Los momentos de estrés, encerramiento y temor durante la pandemia han hecho que las personas consuman no solamente más comida, sino más alcohol y que no se ejerciten. Pero ya es hora de retomar los hábitos saludables, que ayudan a prevenir y tratar esta enfermedad. Expertos señalan que la obesidad, por último, es falta de amor a uno mismo.
Comer tarde, irse a la cama con el estómago lleno, atiborrarse de todo tipo de carne, grasas, azúcares y gaseosas nos pone inevitablemente en el camino de la obesidad. Comer en exceso hace que perdamos el significado de real de comer, que es nutrir nuestro cuerpo. Esta acción es sinónimo de malnutrición, solo nos da un placer efímero, pero luego lamentamos las consecuencias como indigestión, cansancio y varios kilos de más. Puedes darte gustos, pero nuestro cuerpo los aprovechará mejor cuando se hace con moderación.
Padres obesos, niños obesos. Permitir que un menor se vuelva extremadamente obeso puede ser calificado como abuso infantil. Estos niños, por lo general, sufren de bullying y no quieren salir de su casa. Las consecuencias de esta condición son baja auto estima, depresión y aislamiento. No tenemos que llegar a eso. Prevenir es bien vivir.
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