El centro del apetito y la saciedad está en el cerebro y se activa gracias a una serie de estímulos de ida y vuelta que van desde el estómago hacia el sistema nervioso central y viceversa.
Cuando el estómago está vacío unas sustancias químicas viajan hasta el cerebro para ordenar el inicio de la alimentación, y cuando está lleno viajan otras para avisar al cerebro que debe ordenar el dejar de comer apareciendo el estímulo de la saciedad.
Si se pierde el apetito, este circuito puede estar afectado. Lo más frecuente suele ser debido a que el estado emocional no está bien o por alguna enfermedad de fondo.
En ambos casos, además de la pérdida del apetito, también puede presentarse rechazo al alimento, se puede tener dificultad para deglutir llegando, incluso, al vómito involuntario. Si la pérdida de apetito se mantiene más de una semana es necesaria una evaluación médica.
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