La fruta es un alimento natural, fresco, nutritivo e hidratante, lleno de sustancias protectoras para la salud, no obstante, puede transformarse en un vehículo de ingreso de gérmenes, especialmente cuando está expuesta a condiciones poco higiénicas o mal conservadas.
¿Alguna vez compraste fruta pelada y cortada, como sandía, mango, tuna o piña, a un vendedor ambulante? ¿o se te antojaron los platanitos exhibidos en el sol junto a otros frutos igual de apetitosos? Estas ventas son comunes y, aparentemente, nos pueden sacar del paso cuando no hay tiempo de comer, pero hay que tener cuidado.
Las frutas, al igual que el resto de alimentos, cargan una flora bacteriana que puede ser patógena si se encuentra en concentraciones altas. El calor, manipular las frutas con las manos sucias, tener contacto con materiales como bolsas de plástico o cuchillos mal lavados, son prácticas en las que los gérmenes se pueden incrementar, aumentando así la probabilidad de contraer un proceso infecciosos digestivo a quien lo consuma.
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