Empezamos dando una definición a estos productos. Las golosinas sirven más para el gusto que para el sustento (es decir para la nutrición) y, por lo general, son de sabor dulce. Teniendo en cuenta que los niños tienen una capacidad gástrica pequeña y una necesidad alta de energía y nutrientes para el crecimiento y desarrollo, las golosinas suelen dar saciedad y generar predilección, por lo que es mejor evitarlas lo más posible.

Además, su consumo trae muchas desventajas, por ejemplo, favorece la aparición de caries dentales, adicción por lo dulce, calorías adicionales con poco o nada de nutrientes y aditivos alimentarios que pueden relacionarse a alergias y no benefician al cuerpo.

A pesar de todo esto, hablar de prohibiciones es algo controversial. La decisió recae única y exclusivamente en los padres de familia que deciden qué, cuánto y cómo administrar las golosinas. Mi consejo es que se eviten lo más posible, ser coherente entre lo que se dice y se hace frente a los dulces, y si se decide dar a los niños que sea muy eventualmente.

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