La dieta alcalina puso de moda al pH, un indicador que mide qué tan ácido o alcalino es un medio o sustancia. Por ejemplo, el limón tiene un pH muy bajo por su nivel de acidez.
En nuestro cuerpo, el nivel de pH varía según cada segmento interno del cuerpo y debe ser así para poder cumplir condiciones bioquímicas necesarias para el funcionamiento metabólico y del cuerpo en general. El pH de la sangre es neutro (7.35), mientras que el del estómago es sumamente ácido (3.5) y el del intestino delgado va desde 4 y se va alcalinizando hasta llegar a 8.
La microbiota no sólo está en el intestino, también hay en la vagina que, a su vez, requiere de un pH 4 promedio. Si esto se altera aparecen infecciones como la candidiasis y se reduce la protección a infecciones de transmisión sexual. Reforzar la microbiota implica una dieta balanceada alta en fibra y alimentos probióticos.
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