La piel o cáscara de las frutas y los vegetales, en general, pueden dividirse en aquellas comestibles y las no comestibles. Así como nosotros tenemos nuestra piel que nos protege y que es semipermeable, en los alimentos cumple funciones similares de protección y, además, permiten el paso de algunas sustancias.

En la función de protección de la cáscara aparece el primer beneficio. Los colores intensos de la piel como el rojo, verde o amarillo en las manzanas sirven para, en algunos casos, atraer insectos para la polinización, y en otros para alejar a ciertos seres vivos.

La piel de la manzana cuenta con ácido ursólico. Estudios en roedores han observado su capacidad de reducir el gasto muscular y favorecer el crecimiento de la musculatura. Por otro lado, la cáscara contiene una fibra indispensable para el buen funcionamiento del sistema digestivo humano, sobre todo para la eliminación de los deshechos en el colon.

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