Magaly Moro

Armando (32 años, San Martín de Porres) Señora Moro, pensé que el coronavirus sería motivo suficiente para que mi esposa decidiera pasar la Nochebuena en nuestro departamento, y no en la casa de su madre como todos los años. Sin embargo, me equivoqué rotundamente. Mi pareja quiere pasar el 25 de diciembre en casa de Martha, la bruja de mi suegra. Un título que se lo tiene bien ganado.

Todos los años la paso fatal, doctora. Mi suegra es una persona criticona y mala leche, lo único que hace toda la noche es meterse en los problemas que no le incumben. “¿Y cuándo vas a conseguir un empleo en el que te paguen mejor, hijito?”, me preguntó de manera cizañosa el año pasado. Yo solo me mordí la lengua para no ocasionar problemas. Pero no solo eso, cocina horrible y tengo que fingir comer su pavo sin poner cara de asco en la mesa.

He hablado con mi esposa sobre esto, pero Sofía dice que su madre es así porque ha sido criada a la antigua. Yo no le creo nada, estoy seguro que me detesta porque me casé con su hija favorita y porque piensa que no estoy a la altura de ella. Es más, he visto como trata a las parejas de sus otros hijos y se nota que conmigo es diferente.

Me da pena tener que ir hasta el otro lado de la ciudad y gastar mi dinero en un regalo que no quiero dar de buena fe, pero Sofía quiere pasar Navidad con su madre.

¿Qué puedo hacer, doctora? He pensado en fingir una enfermedad ese mismo día o chocar mi carro un día antes con tal de no acompañarla. Estoy desesperado.

Ojo al consejo

Armando, no creo que sea necesario llegar al extremo de fingir una enfermedad o accidentarte a propósito con tal de no ir. Te aconsejo que hables con Sofía y le digas que no te sientes cómodo en la casa de su madre. No te sientas obligado a ir a un lugar que no quieres. Recuerda que por el coronavirus lo mejor será quedarse en casa este año. Intenta con eso. Mucha suerte.