Para Salvador Mejía, cada persona que ve es hermosa y la belleza no está definida por los estereotipos a los que estamos acostumbrados. Desde pequeño se fascinó por el mundo de las luces y, cuando creció, estudió diseño publicitario donde aprendió las bases de la fotografía. Así se transformó en “el fotógrafo de la calle”.
¿En qué consiste el trabajo del “fotógrafo de la calle”?
Realizo fotos a la gente que el común del lente no ve. Busco modelos de lucha, esfuerzo, gente de la calle. Me gusta que las fotos transmitan esa fortaleza de los personajes tan ricos y valiosos que muchas veces son ignorados o que no son considerados “hermosos” por no cumplir con los estereotipos.
¿Cómo decidiste crear este proyecto?
Esta bonita aventura nació un día que trabajaba en la oficina con mi pareja y lo comentamos como para hacer algo. La idea era sacar nuestro estudio fotográfico a la calle, y eso es lo que hago, salgo con todos mis equipos para brindar una experiencia. Es el valor añadido.
¿No te da miedo que te roben tus equipos?
Trato de estar por zonas donde hayan serenos, policías, así hay menor posibilidad de que pase algo. Me muevo por Mesa Redonda, y tiene su gente, pero igual siempre salgo con toda la positividad, mentalizando que nada malo va a suceder. Además, me movilizo con un fiel equipo de personas que me da apoyo.
¿Qué es lo más difícil de hacer fotografía callejera?
Diría la seguridad, porque al inicio uno está muy alerta. Pero otro tema también es el clima, es muy cambiante y la luz es inestable. Luego, hay personas a quienes nunca le han sacado fotos en su vida, entonces uno tiene que ayudarles y ser empático.
¿Quiénes son las rostros detrás de tus fotografías
No sé si tenga una denominación exacta, pero digo que gente callejera porque la calle está abierta para todos y en la calle entramos todos. A veces voy caminando y veo a una persona que me transmite un sentimiento. Algunos me dicen que sí, otros que no.
¿Qué te reconforta más de este proyecto?
Es chévere porque hay personas que, por ejemplo, le he hecho una foto y luego la han reconocido en la calle. Después me ha agradecido. De repente vienen personas a comprarle y pueden saber que ese señor o señora existe, conocen la historia detrás. O quizá una señora que le hice una foto, me dice que estaba teniendo un mal día y que yo se lo arreglé. Eso no tiene precio.
¿Qué consejo le darías a quienes te leen?
Que se atrevan a hacer lo que les gusta. Si es algo que te gusta, dale con todo. A veces uno siente que, al principio, no te ha ido bien, pero es un proceso. Mi primer equipo lo hice con cartón y focos. No se necesita tener todo un set profesional, podemos empezar con lo que tenemos. Todos iniciamos con poco.
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