Lo primero, a diferencia de los nutrientes, el alcohol de toda bebida como el vino, whisky o pisco sour no requiere de un proceso digestivo y empieza a absorberse desde que ingresa a la boca y puede llegar a la sangre desde los 20 minutos de haberlo bebido.
Ya en el torrente sanguíneo llega al hígado para metabolizarse. Sin embargo, el hígado solo puede procesar hasta 9 g de alcohol en una hora, lo que equivale a 1 copa de vino de bajo grado de alcohol. Cuando se consume más de esto la posibilidad de una intoxicación por alcohol es muy alta.
Las mujeres somos más susceptibles al efecto nocivo del alcohol en comparación a los hombres debido a nuestra composición corporal. El alcohol disminuye las reservas de vitamina A e incrementa la pérdida de folatos, magnesio, calcio y zinc. El alcohol aporta más calorías que los carbohidratos, se almacena como triglicéridos, es decir, grasa y eleva el ácido úrico. Toda dosis de alcohol tiene un impacto negativo en el cerebro.