Redactor

Felipe (28 años, Callao) Doctora Moro, no sé cómo llegué a la situación en la que me encuentro. Hace un par de meses, mi amigo Carlos, con quien suelo ir a jugar fútbol, me contó que había terminado con su enamorada.

Al inicio, pensé que sería una pelea más, pero con el pasar de los días confirmé que era una ruptura definitiva. Entonces, me quedé pensando en la fragilidad de las relaciones, en cómo todo puede cambiar de un día para otro y, sobre todo, en qué momento algo comienza a desgastarse sin marcha atrás.

Por alguna extraña razón, le envié una solicitud de amistad al Facebook de la expareja de Carlos. El tema es que poco a poco comenzamos a escribirnos, al principio unas cuantas cosas, pero luego nadie nos paraba. Sentí que la química era muy fuerte entre nosotros, tanto que un día me animé a invitarla a salir, a pesar de tener muchos miedos, dudas y hasta autocríticas por mi desleal conducta.

La razón me decía que no siga ese camino, pero el corazón me gritaba que intente. Lamentablemente, mis sentimientos tomaron partido y ahora estoy demasiado involucrado con ella. En nuestra tercera cita nos besamos y para la cuarta tuvimos un acercamiento físico.

Sí, sé que eso me convierte en el peor amigo pero ellos ya no estaban. ¿Qué puedo hacer, doctora? Creo que ella es la chica de mi vida, nunca había logrado tener una conexión de ese tipo con alguien y me he atrevido a todo lo que pueda imaginarse. Me siento entre la espada y la pared, no quiero perderlos. Necesito su consejo, señora Moro.

OJO CONSEJO:

Felipe, después de una ruptura es recomendable que la persona permanezca sola por un tiempo. Te sugiero que vayas despacio y cuando algo se haya concretado entre ustedes, converses con tu amigo.

Recuerda que las personas no son propiedad de nadie. Desde que ellos terminaron, cada quien podía seguir su camino; sin embargo sí será necesario que se lo cuentes tú mismo.