Resultó ser una cochina
Resultó ser una cochina

Por:

magalymoro@grupoepensa.pe

Alberto (33, Los Olivos). Ay, señora Moro, bien decía mi madre: “Por fuera flores y por dentro temblores”, y yo jamás le creí.

Para que me entienda mejor, le cuento que conocí a Mirella en la oficina. Desde que la vi, caí rendido a sus pies. Era una chica muy guapa, pero sobre todo bien cuidada. Parecía que antes de salir, un staff de estilistas se encargaban de arreglar cada detalle para que luciera realmente perfecta. El cabello siempre en su lugar, la piel impecable, los dientes blancos y cada vez que pasaba por mi sitio, desprendía una aroma exquisito. Eso sin pasar por alto su buen gusto por la moda. En resumen, parecía una muñequita sacada de una revista.

Con el tiempo, aceptó mis invitaciones hasta convertirse en mi novia. Hoy ya tenemos dos años de relación y hace medio año le propuse que vivamos juntos. Ella aceptó y fui el hombre más feliz del mundo.

Debo confesarle que tengo una madre extremadamente ordenada y limpia; por ende, soy un chico que sabe hacer todos los quehaceres del hogar y, bueno, sí, también soy bastante ordenado.

Lamentablemente, me llevé una gran decepción con mi pareja durante la convivencia. Como ama de casa es un desastre. Y yo no pido alguien que se ocupe de mí, no, pero ella deja todo tirado en el piso, hasta sus trusas sucias. ¿Puede creerlo? Jamás lava un plato y es capaz de vivir en la mugre total y no inmutarse.

Yo estoy tan defraudado que ya no la veo con los mismos ojos, es más, ya no la quiero como madre de mis hijas. No sé como darle fin a esta relación. ¿Qué hago?

OJO CONSEJO:

Alberto, si ya descubriste que no la amas, entonces no esperes más tiempo para finalizar la relación. Eso sí, sé muy sutil cuando hables con ella. Mucha suerte. 

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