La microbiota la conforman millones de bacterias distintas que habitan principalmente en el intestino grueso (colon). Cada persona tiene una diversidad única, es como una huella digital.
Sin embargo, ya los estudios han logrado caracterizar genéticamente esta diversidad y estimar rangos considerados de equilibrio que permiten una convivencia sana y beneficiosa tanto para el humano como para la microbiota.
Si consumimos más carnes, más grasa, más vegetales o más carbohidratos la composición de la flora varía y con ello las tendencias y preferencias. Por ejemplo, si nuestra dieta es alta en carbohidratos, las bacterias que predominan son las que necesitan de estos nutrientes y se da la tendencia a comer más de estos alimentos.
Los alimentos buenos para la microbiota son ricos en fibra soluble (avena, semillas como chía y linaza), insoluble (verduras en ensalada, frutas con cáscara), fibras prebióticas y almidones resistentes (alcachofa, cebolla, menestras). No tener malestar digestivo, ni estreñimiento son signos de equilibrio en la microbiota.