A los 6 meses: la textura define la cantidad de calorías, mientras más espesa es mejor. La cantidad de leche materna en este tiempo se mantiene y sigue siendo prioritaria. Poco a poco el alimento sólido va ganando más relevancia.
A los 8 meses: la textura va cambiando y pasa de puré espeso a alimento machacado. La cantidad de alimento que en promedio debe recibir el niño es de 2/3 de taza por vez. La sal y el azúcar no deben ser parte de la comida del bebé.
A los 9 meses: el alimento ya debe darse partido en trozos pequeños para que el niño pueda tomarlos con la mano. Debe consumir ¾ a 1 taza de alimento por vez. La leche materna sigue siendo necesaria. Si pide más, se le puede dar.
Al año de edad: ya está preparado para comer de la olla familiar. La sal ya puede ser parte de las preparaciones caseras, pero en cantidad moderada. Es mejor evitar el azúcar agregada en las bebidas y alimentos del bebé porque promueve la aparición de caries y exceso de peso.