Enero suele llegar cargado de listas largas y expectativas poco realistas, como bajar de peso rápido, comer perfecto o no fallar nunca. El problema no es querer estar mejor, la dificultad está en cómo nos planteamos esos objetivos. Los propósitos de bienestar funcionan cuando se organizan con sentido y no con castigo.
Empieza por elegir uno o dos hábitos clave, en lugar de intentar cambiarlo todo de golpe. Por ejemplo, mejorar el desayuno o caminar 20 minutos al día. Los cambios pequeños y sostenidos son los que realmente generan resultados. Además, enfócate en lo que vas a sumar, más que en lo que vas a prohibir, como beber más agua, comer más verduras, preparar más comida casera o descansar mejor.
Un buen propósito también debe ser realista y flexible. Habrá días buenos y otros no tanto, y eso no significa fracaso. El bienestar no es una meta que se alcanza en enero, sino un proceso que se construye a lo largo de todo el año. Este año, en lugar de exigirte perfección, propón constancia.
TE PUEDE INTERESAR:
Comer para vivir: ¿Qué es levadura nutricional?
Comer para vivir: Por qué recomiendo consumir pecanas
Comer para vivir: ¿La betarraga baja la presión?




