En la diabetes, en el sobrepeso y en otras alteraciones metabólicas lo que más se debe controlar es el azúcar de los alimentos, por ejemplo, el de la fruta.
Muchas veces se cree que el sabor dulce de la fruta es lo que define su concentración de azúcar. Sin embargo, el impacto del azúcar de la fruta en la sangre no depende solo de la cantidad contenida sino también de la forma como está constituida en dicho alimento y que permite elevar más o menos la glucosa sanguínea.
Es así que encontraremos ejemplos como el mango. Esta fruta al ser carnosa y dulce se asocia con aportar muchas calorías y mucho azúcar; sin embargo, a pesar de su sabor y pulposidad tiene menos impacto en la glucosa sanguínea en comparación con la sandía que es menos dulce y contiene más agua.
El índice glicémico (velocidad con que llega el azúcar en sangre) del mango es 56 mientras que de la sandía es 75. Esto significa que la sandía puede elevar más el azúcar en sangre que el mango. En nutrición no todo es lo que parece. Siempre consulta a tu nutricionista.