Primero, si eres de las personas que no tiene apetito para desayunar, puedes postergar el desayuno 1 o 2 horas. Te recomiendo una rebanada delgada de pan con fibra y unas rebanadas de palta que puedes acompañar con un té.
Si a media mañana hay apetito, la fruta fresca sobre todo rica en vitamina C sería ideal (fresa, mandarina, etc.) más agua. Aún cuando sientas que has comido poco, tu almuerzo debe ser ligero, pero generoso en vegetales.
Esto debido a que la digestión demanda mucho oxígeno y frente a una comida copiosa el cerebro fomenta el reposo para poder digerir. El almuerzo debe tener poca cantidad de carbohidratos y acompañarse de una proteína baja en grasa como pescado o pollo. Súmale una bebida natural y mejor aún si es agua.
A media tarde, un café va bien porque estimula tu estado de alerta. Con respecto a la cena, asegúrate de que sea ligera y al menos 2 horas antes de acostarte. Una sopa, sándwich, huevos o algo similar al almuerzo es suficiente. Recuerda que tu calidad de sueño también define tu rendimiento al día siguiente.