Una bebida con alcohol puede obtenerse de la fermentación de un alimento como las uvas o de procesos como la destilación. Bebidas como la cerveza o el vino tienen estudios en los cuales se les asocia con ciertas bondades, sin embargo, no están vinculadas al alcohol que contiene, sino a ciertos componentes nutritivos o fitoquímicos como los antocianinos.

Pero dicho beneficio se pierde, ya que toda dosis de alcohol tiene un impacto negativo en el cerebro y, por tanto, su consumo debe limitarse.

Las bebidas con alcohol consumidas en exceso son perjudiciales para la salud en general. Aportan calorías extra que terminan engordando a la persona, elevan el ácido úrico, aumentan los triglicéridos (grasas) y pueden causar hígado graso y, con el paso del tiempo, una cirrosis que puede terminar en cáncer.

Tomar una bebida con alcohol ocasionalmente y en una cantidad muy controlada, como una o dos bebidas en el mes, no debería generar un grave impacto en la salud salvo se tenga alguna enfermedad de fondo.

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