Desde niña escuchaba la frase “en el caldo está la sustancia” y beber este líquido de las sopas se convertía no sólo en un aliciente para el alma, en ese saborcito de casa, si no también en la confianza de sentir que nos estamos alimentando bien. Y es cierto, los caldos, sobre todo en los que se deja hervir el espinazo, huesos o verduras, aportan principalmente minerales y vitaminas que suman, sin duda, a la nutrición aunque suelen ser pobres en proteína y en calorías.
Estas propiedades hacen de los caldos una bebida especialmente versátil. Por ejemplo, en el caso de adultos mayores puede beberse como agua de tiempo, los calienta y suma nutrientes entre las comidas sin generar saciedad, de manera que el apetito llega para la comida principal.
En caso de niños e, incluso, deportistas es una buena manera de variar el líquido a algo con un poco más de sabor y sin calorías. Los caldos son una muy buena opción.
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